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María Teresa González, Corín Tellado. Medio siglo de novela de Amor, Pentalfa Ediciones, Oviedo 1998, 202 pp
ISBN 978-84-7848-495-9
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Las casi tres mil novelas que Cortín Tellado, reeditó y vendió en decesa de millares de ejemplares durante los últimos cincuenta años (en 1989 se habían contabilizado 2243) obligan a considerar a este cuerpo de novelas como una de las instituciones literarias más interesantes -por no decir, la más interesante- del siglo XX. Institución, porque la cantidad desbordante de novelas efectivamente publicadas y vendidas, en España y América, principalmente, durante un intervalo de tiempo tan dilatado (el que transcurre desde el fin de la segunda Guerra Mundial hasta finales del XX) convierten a la obra de Corín Tellado en una realidad que está por encima de cualquier conceptualización dada a escala individual y la definen como una realidad que hay que dibujar a escala social e histórica (de hecho, alguna vez fue formulada la hipótesis de que el nombre "Corín Tellado" podría ser el rótulo de algún equipo fabricante de novelas, algo así como en nombre "Bourbaki" resultío ser el rótulo de un equipo de matemáticos que, hace ya varios años, transformó el aspecto de las matemáticas tradicionales conviertiéndolas en lo que popularmente se conoce como "matemáticas modernas". Desde este punto de vista resulta inadmisible la actitud de tantos y tantos "críticos literarios" que se creen con el derecho de considerar como "cantidad despreciable" a la asombrosa producción de Tellado. Estos críticos -que, en algunos casos que yo conozco rozan la categoría de la debilidad mental- se esncastillan en la burda distinción entre cantidad y calidad: "La obra de Corín Tellado es de baja calidad" (incluso se acogen a un tecnicismo producto de la pereza intelectual, el de infraliteratura, como si ellos puderan decir en qué consiste la literatura excelente); "por ello no tiene nada de extraño que la cantidad pueda ser muy grande". Ahora bien, la oposición cantidad/calidad es ella misma una oposición grosera, porque el término "calidad" es sumamente confuso y aún metafísico (como cuando aparece incluido en la célebre ley hegeliana del "salto cualitativo" como resultado de una "transformación de la cantidad en cualidad"