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El presente libro es tanto un esbozo de la filosofía política del materialismo filosófico, tal y como fue expuesta por Gustavo Bueno en el Primer ensayo de las categorías de las ciencias políticas (Logroño, 1991) y en otros ensayos, como una crítica al marxismo-leninismo en torno a su desarrollo en la política real en la Unión Soviética. No se trata de una historia del comunismo ni del a Unión Soviética sino de una filosofía de la historia que pretende llevar a cabo la crícia a la concepción de la revolución mundial, cuyos planes y programas fueron triturados sobre el escenario complicadísimo de la Realpolitik, posiblemente la situación más difícil de la Historia Universla. Del humus de la revolución mundial salió la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría y el consecuente fin del comunismo gubernamental en tanto quinta generación de izquierda definida por el Estado.
El relato de la revolución mundial no fue demostrativo ni operable políticamente. Por ello, la obra que tiene en sus manos procura mitificar la teoría de la revolución mundial, es decir, señalar a semejante teoría como un mito tenebroso. Procuraremos mostar la condción oscurantista y utópica de dicho mito que, en su momento, podríamos decir que fue considerado como aureolar, ya que los protagonistas involucrados creían que la marcha de la historia iba inexorablmente hacia la revolución mundial y el fin de la explotación del hombre por el hombre y el consecuente reino de la libertad.
La presente obra no consiste en relatar una yuxtaposición de sabers históricos, como si sólo se tratase de mera erudición, sino más bien plasma una sistematización de los mismos; es decir, se muestra una filosofía de la historia de la Unión Soviética desde la artillería crítico-sistemática del materialismo filosófico. El tiempo histórico que estudiaremos irá desde la Primera Guerra Mundial hasta el principio de la Segunda Guerra Mundial, es decir, no desarrollaremos los 74 años de existencia del régimen soviético (en todo caso eso quedaría para futuras publicaciones).
La revolución de Octubre y el mito de la revolución mundial. Libro de tapa blanda, 367 páginas.
Pentalfa Ediciones, Oviedo, 2019.
La Apología de los hermanos dominicos (1595) es la censura que los teólogos dominicos de España envían al tribunal de la Santa Inquisición, denunciando la Concordia liberi arbitrii cum gratiae donis (1588) del jesuita Luis de Molina. Domingo Ibáñez, catedrático de prima de teología en la Universidad de Salamanca, fue el encargado de redactarla, poniendo al servicio de la causa dominica toda su capacidad dialética y retórica: Piadosísimos Padres, defensores de la fe católica y, en virtud de la autoridad apostólica, legítimos debeladores de los errores heréticos, es del todo ajeno a nuestro instituto religioso, en obediencia a vuestro santo tribunal, pasar por alto cualqueir afirmación impía y novedosa. Más aún, es propio de nuestro debes, como fieles perros del primer y más importante inquisidor del error herético, nuestro bienaventurado y Santo Padre Domingo, no sólo ladrar contra las doctrinas peligrosas, sino incluso... morder con ferocidad a sus autores. Pues, ¿quién olfateó, husmeó y encontró a Constantino, Egidio, Cazalla y a otros seguidores y partidarios de la herejía luterana?
El sintagma «muertes perpendiculares», con el que ponemos título a este Ensayo, es el resultado de la transformación inversa de la afortunada expresión «vidas paralelas», con la que Plutarco cubrió sus famosas biografías comparadas, cuatro de las cuales están aquí en juego: las de Alejandro Magno y Julio César, y las de Dión y Marco Bruto. como quiera que César y Bruto, personajes sobre los que gira este escrito, no están «en paralelo», porque las comparaciones paralelas las estableció Plutarco entre hombres ilustres del mundo griego y romano, hemos cruzado nosotros las paralelas sobre las que transcurren los nacimiento y muertes de esos cuatro personajes históricos mencionados; y en la perpendicular determinada y paramétrica que cruza las vidas y las muertes de Julio César y Marco Bruto, hemos encontrado la luz para determinar la naturaleza diamérica de esos dos conceptos conjugados que, aplicada a nuestros protagonistas, se concretarían en la perpendicularidad thanatica del puñal de Bruto sobre el cuerpo de César y en la perpendicularidad thanatica de espada de Bruto sobre la que él mismo se arrojó, acaso impulsado, entre otros motivos, por los remordimientos derivados de la crítica logoterápica del moribundo César: «¿También tú, hijo mío?» (Suetonio), tras la derrota sufrida por él y sus seguidores republicanos a manos del ejército monárquico-imperial, capitaneado por Octavio César Augusto y Marco Antonio en la batalla de Filipos (42 a.C.).
Neutralidad benévola examina la política seguida por el gobierno conservador británico en la primera fase de la guerra civil, desde su inicio como insurrección militar en julio de 1936 hasta su conversión imprevista en una contienda de larga duración a fines del mismo año. Se analizan la estructura de las relaciones anglo-españolas en la preguerra, los antecedentes y formulación de la estrategia política británica frente a las nuevas condiciones bélicas y los resultados de su ejecución práctica sobre el devenir del conflicto. Se puede decir que el gabinete británico, ante el vivo temor a que se reprodujera la secuencia revolucionaria rusa en la otra esquina del continente, se refugió en una neutralidad benévola, primero de modo tácito y luego bajo el amparo del Acuerdo de No Intervención, con la finalidad esencial de evitar así cualquier ayuda directa o indirecta al gobierno republicano y cualquier perjuicio a los sublevados. Dicha estrategia política neutralista, vertebrada sobre varios factores condicionantes y suspuestos implícitos, sería reforzada, una vez comenzada la internacionalización de la contienda, por los motivos que alentaban la política británica de apaciguamiento europeo. La inesperada resistencia republicana en Madrid a fines de 1936 y el paralelo incremento de la ayuda italo-germana a los insrugentes destruirían al expectativa de hallarse ante una guerra breve y el confinamiento de la crisis que había logrado el sistema diplomático de No Intervención. Ambos procesos obligarían a las autoridades británicas a efectuar reajustes notables en su política española, tanto en el plano de las relaciones bilaterales con los insurgentes como en el plano multilateral europeo.
Doktor Faustus fue la última novela de Thomas Mann, y la última gran novela tal y como se concebía el género a finales del XIX y principios del XX, una de cuyas cumbres, por supuesto, fue La montaña mágica del propio Mann. Este libro de Rufino Salgero parte de la reflexión que Mann hace, en Doktor Faustus, de la agonía de esa forma de entender la novela (extendida a la música y al arte en general) y su voluntad de mantenerla viva a través del pastiche, la autocita y la racionalización. Analiza la «técnica de montaje» de Mann y la colaboración que encontró en el joven Theodor W. Adorno, aspirante a filósofo a quien había de reconocer coautor de muchos de sus pasajes, a pesar del pequeño drama familiar que le hizo ocultar el alcance de tal colaboración.
Luis Carlos Martín Jiménez, desde las coordenadas del materialismo filosófico, ofrece en este libro un análisis filosófico sobre la esencia del Derecho.
La distancia entre lo que "es" y lo que "debe ser" se determina por las normas, pero al distancia entre lo que "son" las normas y lo que "deben ser", requiere determinar parámetros que permitan su evaluación y modificación permanente. Hay parámetros teológicos, cosmológicos, racionales, ideales, utilitarios &c., que a modo de fundamentos fijos y externos a la práctica jurídica, ocultan su esencia, lo que aumenta la distancia entre lo que el jurista hace y lo que piensa que hace, confundiéndole y dificultando su labor. Desde una filosofía materialista del Derecho se explica cómo se conjugan hechos y normativas desde un núcleo jurídico cuya praxis ordena y mantiene activas las sociedades políticas que miran a un mundo en permanente cambio.
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Este libro pretende impulsar en los lectores el pensamiento de que no hay que ir a buscar el núcleo de la religiosidad entre las superestructuras culturales, o entre los llamados «fenómenos alucinatorios», ni tampoco entre los lugares que se encuentran en la vecindad del Dios de las «religiones superiores». El lugar en donde mana el núcleo de la religiosidad es el lugar en el que habitan aquellos seres vivientes, no humanos, pero sí inteligentes, que son capaces de «envolver» efectivamente a los hombres, bien sea enfrentándose a ellos, como terribles enemigos numinosos, bien sea ayudándolos a título de númenes bienhechores. El núcleo de la religión se encuentra en el mundo de los númenes.
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