

El sintagma «muertes perpendiculares», con el que ponemos título a este Ensayo, es el resultado de la transformación inversa de la afortunada expresión «vidas paralelas», con la que Plutarco cubrió sus famosas biografías comparadas, cuatro de las cuales están aquí en juego: las de Alejandro Magno y Julio César, y las de Dión y Marco Bruto. como quiera que César y Bruto, personajes sobre los que gira este escrito, no están «en paralelo», porque las comparaciones paralelas las estableció Plutarco entre hombres ilustres del mundo griego y romano, hemos cruzado nosotros las paralelas sobre las que transcurren los nacimiento y muertes de esos cuatro personajes históricos mencionados; y en la perpendicular determinada y paramétrica que cruza las vidas y las muertes de Julio César y Marco Bruto, hemos encontrado la luz para determinar la naturaleza diamérica de esos dos conceptos conjugados que, aplicada a nuestros protagonistas, se concretarían en la perpendicularidad thanatica del puñal de Bruto sobre el cuerpo de César y en la perpendicularidad thanatica de espada de Bruto sobre la que él mismo se arrojó, acaso impulsado, entre otros motivos, por los remordimientos derivados de la crítica logoterápica del moribundo César: «¿También tú, hijo mío?» (Suetonio), tras la derrota sufrida por él y sus seguidores republicanos a manos del ejército monárquico-imperial, capitaneado por Octavio César Augusto y Marco Antonio en la batalla de Filipos (42 a.C.).
El desarrollo de la antropología española en los últimos años ha conllevado un gran interés por su historia, produciéndose de este modo un considerable número de trabajos enclasables bajo la rúbrica «Historia de la antropología española». Pero así como la definición de «antropología» en cuanto disciplina supone importantes problemas de concepto (hasta el punto de que su unidad como «ciencia del hombre» o «ciencia de la cultura» aparece más bien postulada que fundamentada), igualmente la elaboración de su historia implica dificultades conceptuales. Entre otros varios problemas, la diversidad de perspectivas antropológicas (zoológica, médica, &c.) no siempre ha sido subrayada en lso estudios históricos, pese a que entre dichas perspectivas haya habido no ya sólo diferencia, sino incluso enfrentamiento. En este sentido, la historia de la antropología española, tal como de hecho se practica, viene siendo muchas veces la historia de una especie de «fantasma gnoselógico». Es decir, una historia que yuxtapone enfoques y perspectivas que, a lo sumo, tienen en común la utilización de los términos «hombre» y «antropología».
La Contribución a la historia de las Congregaciones de auxilis es una obra de marcardo carácter panfletario -aunque no por ello necesariamente falaz-, en la que su autor, Cornelis van Riel, como «hijo fiel» de la cismática y «jansenista» Iglesia de Utrecht, se muestra completamente deudor de la tradición jansenista y su feroz antimolinismo, como reconoce abiertamente «¿No estuvo la Iglesia de Utrecht profundamente implicada en la lucha que, desde el siglo XVI hasta el XVIII, movilizó a casi toda la iglesia occidental? Así honra como a padres espirituales a esos hombres que, como héroes de la fe, actuaron en pro del agustinismo puro. Sólo tenemos que mencionar sus nombres: Port-Royal, Jansenio, Quesnel, &c.; y mientras que, en el desarrollo posterior de la lucha, toda la Iglesia de Utrecht ha sabido mantenerse firme como portadora de la doctrina católica pura». Corenelis van Riel no dudará en revelar las «ocultas razones» que, finalmente, habrían movido a Paulo V a no condenar la Concordia de Molina y las consecuencias que de aquí se habría seguido para la Iglesia católica: «Esta Iglesia muestra un carácter jesuítico. El molinismo domina toda su doctrina. Este dominio enorme de la Compañía de Jesús es el fruto amargo de aquella debilidad imperdonable de la curia romana. La Orden de los jesuitas nunca habría alcanzado tanto poder, si Paulo V no se hubiese dejado disuadir de su intención originaria de condenar la doctrina molinista».
La Geografía humana es un saber cuyo equilibrio en la república de las ciencias adolece de gran precariedad. Constantemente amenazada de disolución por las convulsas corrientes internas que la atraviesan y de fragmentación por las intrusiones externas provenientes de campos científicos vecinos, no encuentra su “identidad” gnoseológica. Con palabras del geógrafo Claude Raffestin, una disciplina en busca de los fundamentos de su “geograficidad”.
Los diferentes ensayos históricos orientados a dar cuenta de su unidad y distinción tan solo han sido intentos fallidos. El llamado “pensamiento geográfico” ha querido levantar el plano de los mismos, recayendo, sin embargo, en una cartografía que no supera el horizonte emic del propio gremio. Se hace necesario, pues, la traza de un mapa cuyas coordenadas respondan a la escala morfológica de las ciencias en marcha.
Los distintos materiales que se recogen en este libro constituyen un análisis de diferentes hitos de la Geografía –del “pensamiento geográfico”– interpretados desde las coordenadas del materialismo gnoseológico de Gustavo Bueno. La Teoría del Cierre Categorial supone una plataforma hermenéutica irrenunciable para entender las ciencias del presente y entre ellas la Geografía humana.
La independencia del Paraguay no fue proclamada el 14 de mayo de 1811 no pretende simplemente impactar o llamar la atención en medio de una celebración bicentenaria. Plantea la revisión de muchos tópicos establecidos acerca de las actuales repúblicas hispanoamericanas, y entre ellas la República del Paraguay.
El libro gira en torno a la figura del Doctor Francia, considerado no como el fundador de una república aislada y asfixiada, sino como el prócer más genuino de la época; un prócer capaz de anticiparse a Bolívar, Artigas o San Martín en sus tesis del integracionismo americano en la forma de una gran federación, recogidas en el Tratado del 12 de Octubre de 1811 y nunca abandonadas ni en los documentos ni en los hechos. Sólo la situación de anarquía y la asfixia provocada por Buenos Aires le hicieron recogerse en forma de Dictadura Perpetua.
Carlos Antonio López, ante la imposibilidad de un proyecto de unidad continental una vez fallecido Francia y dividida América en el mosaico de repúblicas actuales, fue quien proclamó la independencia de la República del Paraguay en los términos que hoy conocemos.
«Movido no sólo por la oscuridad de la propia materia, sino también por la penuria lamentable de enseñanzas profundas que nustros tiempos padecen», Tomás de Vio, O. P. (1469-1534), más conocido como Cayetano, escribió en 1498 su Tratado sobre la analogía de los nombres, «pues su conocimiento es necesario hasta tal punto que sin éste nadie podría aprender metafísica». Frente a la antinomia entre lo uno y lo múltiple, es decir, frente a los peligros, tanto del monismo al que conduce el univocismo escotista, como de un equivocismo que imposibilitaría todo conocimiento, Cayetano se acoge a la vía de las proporciones como único modo de salvar el conocimiento y el plano trascendental propio de la ontoteología. Será la analogía el instrumento lógico-material que le permita superar ambos peligros, pero no la analogía de desigualdad, ni la de atribución, sino la analogía de proporcionalidad, que sería la única que merece recibir el nombre de «analogía», como extensión formal de la analogía aritmética y geométrica de los matemáticos griegos.
Las aventuras de Gil Blas, «honra de Oviedo y antorcha de la filosofía», constituyen una de las novelas más clásicas de nuestra tradición, aunque fueran escritas originalmente en francés. Oviedo está presente a lo largo de toda la Historia de Gil Blas, desde el coienzo de la novela hasta su final. Y no sólo va prendida la ciudad al nombre de Gil Blas, sino -muy constantemente- al de Fabricio, «el poeta Núñez», «el poeta de Asturias», «el hijo del barbero Núñez», el filósofo generoso y optimista, «flor y nata de la nobleza asturiana», condíscipulo de Gil Blas y antítesis de la legión de pícaros que pueblan la novela.
Esta edición, promovida por el Ayuntamiento de Oviedo, incorpora una modificación respecto a las anteriores versiones españolas: utiliza Santullano como topónimo en la formación del nombre del protagonista, por el Santullano ovetense. En la Introducción con que el Doctor Tolivar Faes abre esta edición se argumentan las razones de este cambio. Se hace figurar también el prólogo con el que el Padre Isla justificaba el título que dio a la primera edición española: «Aventuras de Gil de Blas de Santiillana robadas a España por Monsieur Le Sage, restituidas a su Patria y a su lengua nativa por un español zeloso, que no sufre se burlen de su Nación».
La dimensión ético-política será para B.J. Feijoo (1676-1764) de gran importancia, puesto que, como hombre religioso, debía no sólo predicar, sino también luchar por una renovación y mejora de la sociedad de su época; mostrándose en este terreno, más que un crítico ensayista, un moralista a ultranza de última moda; ofreciéndonos -mediante una amplia temática: ideal de vida, educación de Príncipes, trabajo, paz, justicia, defensa de la mujer...- auténticas anticipaciones de lo que serían más tarde los principios rectores de muchas de nuestras instituciones.