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La Apología de los hermanos dominicos (1595) es la censura que los teólogos dominicos de España envían al tribunal de la Santa Inquisición, denunciando la Concordia liberi arbitrii cum gratiae donis (1588) del jesuita Luis de Molina. Domingo Ibáñez, catedrático de prima de teología en la Universidad de Salamanca, fue el encargado de redactarla, poniendo al servicio de la causa dominica toda su capacidad dialética y retórica: Piadosísimos Padres, defensores de la fe católica y, en virtud de la autoridad apostólica, legítimos debeladores de los errores heréticos, es del todo ajeno a nuestro instituto religioso, en obediencia a vuestro santo tribunal, pasar por alto cualqueir afirmación impía y novedosa. Más aún, es propio de nuestro debes, como fieles perros del primer y más importante inquisidor del error herético, nuestro bienaventurado y Santo Padre Domingo, no sólo ladrar contra las doctrinas peligrosas, sino incluso... morder con ferocidad a sus autores. Pues, ¿quién olfateó, husmeó y encontró a Constantino, Egidio, Cazalla y a otros seguidores y partidarios de la herejía luterana?
Apología de los hermanos dominicos con la Concordia de Luis de Molina. Libro de tapa blanda, 347 páginas.
Pentalfa Ediciones, Oviedo, 2002.
La respuesta a la pregunta ¿qué es la filosofía? sólo puede llevarse a efecto impugnando otras respuestas que, junto con la propuesta, constituya un sistema de respuestas posibles; porque el saber filosófico es siempre (y en esto se paree al saber político) un saber contra alguien, un saber dibujado frente a otros pretendidos saberes.
El presente opúsculo intenta responder a la pregunta ¿qué es la filosofía? tal como esta pregunta está siendo planteada, prácticamente, en los debates políticos y administrativos en la España del presente, especialmente los problemas suscitados por los diversos proyectos de reforma de los planes de estudio de la enseñanza secundaria y universitaria.
El sintagma «muertes perpendiculares», con el que ponemos título a este Ensayo, es el resultado de la transformación inversa de la afortunada expresión «vidas paralelas», con la que Plutarco cubrió sus famosas biografías comparadas, cuatro de las cuales están aquí en juego: las de Alejandro Magno y Julio César, y las de Dión y Marco Bruto. como quiera que César y Bruto, personajes sobre los que gira este escrito, no están «en paralelo», porque las comparaciones paralelas las estableció Plutarco entre hombres ilustres del mundo griego y romano, hemos cruzado nosotros las paralelas sobre las que transcurren los nacimiento y muertes de esos cuatro personajes históricos mencionados; y en la perpendicular determinada y paramétrica que cruza las vidas y las muertes de Julio César y Marco Bruto, hemos encontrado la luz para determinar la naturaleza diamérica de esos dos conceptos conjugados que, aplicada a nuestros protagonistas, se concretarían en la perpendicularidad thanatica del puñal de Bruto sobre el cuerpo de César y en la perpendicularidad thanatica de espada de Bruto sobre la que él mismo se arrojó, acaso impulsado, entre otros motivos, por los remordimientos derivados de la crítica logoterápica del moribundo César: «¿También tú, hijo mío?» (Suetonio), tras la derrota sufrida por él y sus seguidores republicanos a manos del ejército monárquico-imperial, capitaneado por Octavio César Augusto y Marco Antonio en la batalla de Filipos (42 a.C.).
«Movido no sólo por la oscuridad de la propia materia, sino también por la penuria lamentable de enseñanzas profundas que nustros tiempos padecen», Tomás de Vio, O. P. (1469-1534), más conocido como Cayetano, escribió en 1498 su Tratado sobre la analogía de los nombres, «pues su conocimiento es necesario hasta tal punto que sin éste nadie podría aprender metafísica». Frente a la antinomia entre lo uno y lo múltiple, es decir, frente a los peligros, tanto del monismo al que conduce el univocismo escotista, como de un equivocismo que imposibilitaría todo conocimiento, Cayetano se acoge a la vía de las proporciones como único modo de salvar el conocimiento y el plano trascendental propio de la ontoteología. Será la analogía el instrumento lógico-material que le permita superar ambos peligros, pero no la analogía de desigualdad, ni la de atribución, sino la analogía de proporcionalidad, que sería la única que merece recibir el nombre de «analogía», como extensión formal de la analogía aritmética y geométrica de los matemáticos griegos.
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Doktor Faustus fue la última novela de Thomas Mann, y la última gran novela tal y como se concebía el género a finales del XIX y principios del XX, una de cuyas cumbres, por supuesto, fue La montaña mágica del propio Mann. Este libro de Rufino Salgero parte de la reflexión que Mann hace, en Doktor Faustus, de la agonía de esa forma de entender la novela (extendida a la música y al arte en general) y su voluntad de mantenerla viva a través del pastiche, la autocita y la racionalización. Analiza la «técnica de montaje» de Mann y la colaboración que encontró en el joven Theodor W. Adorno, aspirante a filósofo a quien había de reconocer coautor de muchos de sus pasajes, a pesar del pequeño drama familiar que le hizo ocultar el alcance de tal colaboración.
La Contribución a la historia de las Congregaciones de auxilis es una obra de marcardo carácter panfletario -aunque no por ello necesariamente falaz-, en la que su autor, Cornelis van Riel, como «hijo fiel» de la cismática y «jansenista» Iglesia de Utrecht, se muestra completamente deudor de la tradición jansenista y su feroz antimolinismo, como reconoce abiertamente «¿No estuvo la Iglesia de Utrecht profundamente implicada en la lucha que, desde el siglo XVI hasta el XVIII, movilizó a casi toda la iglesia occidental? Así honra como a padres espirituales a esos hombres que, como héroes de la fe, actuaron en pro del agustinismo puro. Sólo tenemos que mencionar sus nombres: Port-Royal, Jansenio, Quesnel, &c.; y mientras que, en el desarrollo posterior de la lucha, toda la Iglesia de Utrecht ha sabido mantenerse firme como portadora de la doctrina católica pura». Corenelis van Riel no dudará en revelar las «ocultas razones» que, finalmente, habrían movido a Paulo V a no condenar la Concordia de Molina y las consecuencias que de aquí se habría seguido para la Iglesia católica: «Esta Iglesia muestra un carácter jesuítico. El molinismo domina toda su doctrina. Este dominio enorme de la Compañía de Jesús es el fruto amargo de aquella debilidad imperdonable de la curia romana. La Orden de los jesuitas nunca habría alcanzado tanto poder, si Paulo V no se hubiese dejado disuadir de su intención originaria de condenar la doctrina molinista».
Este libro pretende impulsar en los lectores el pensamiento de que no hay que ir a buscar el núcleo de la religiosidad entre las superestructuras culturales, o entre los llamados «fenómenos alucinatorios», ni tampoco entre los lugares que se encuentran en la vecindad del Dios de las «religiones superiores». El lugar en donde mana el núcleo de la religiosidad es el lugar en el que habitan aquellos seres vivientes, no humanos, pero sí inteligentes, que son capaces de «envolver» efectivamente a los hombres, bien sea enfrentándose a ellos, como terribles enemigos numinosos, bien sea ayudándolos a título de númenes bienhechores. El núcleo de la religión se encuentra en el mundo de los númenes.
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¿Qué es la ciencia? Para la mayor parte de la gente esta pregunta suena a pregunta retórica, porque se sobreentiende que la respuesta es bien conocida: la ciencia es eso que hacen los «hombres de ciencia», lo que nos permite «conocer científicamente la realidad», tal cual es, y controlar las astronaves que van a la Luna o a Júpiter, o bien el código genético y, muy pronto, a determinar remedios contra el cáncer o el sida.
¿Qué es la ciencia? es una pregunta genuinamente filosófica. En este opúsculo se ofrece una teoría de teorías filosóficas de la ciencia y se esbozan las líneas maestras de la teoría de la ciencia desarrollada por el materialismo filosófico en torno a la idea del cierre categorial.
ARTÍCULOS
RESEÑAS
El presente libro es tanto un esbozo de la filosofía política del materialismo filosófico, tal y como fue expuesta por Gustavo Bueno en el Primer ensayo de las categorías de las ciencias políticas (Logroño, 1991) y en otros ensayos, como una crítica al marxismo-leninismo en torno a su desarrollo en la política real en la Unión Soviética. No se trata de una historia del comunismo ni del a Unión Soviética sino de una filosofía de la historia que pretende llevar a cabo la crícia a la concepción de la revolución mundial, cuyos planes y programas fueron triturados sobre el escenario complicadísimo de la Realpolitik, posiblemente la situación más difícil de la Historia Universla. Del humus de la revolución mundial salió la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría y el consecuente fin del comunismo gubernamental en tanto quinta generación de izquierda definida por el Estado.
El relato de la revolución mundial no fue demostrativo ni operable políticamente. Por ello, la obra que tiene en sus manos procura mitificar la teoría de la revolución mundial, es decir, señalar a semejante teoría como un mito tenebroso. Procuraremos mostar la condción oscurantista y utópica de dicho mito que, en su momento, podríamos decir que fue considerado como aureolar, ya que los protagonistas involucrados creían que la marcha de la historia iba inexorablmente hacia la revolución mundial y el fin de la explotación del hombre por el hombre y el consecuente reino de la libertad.
La presente obra no consiste en relatar una yuxtaposición de sabers históricos, como si sólo se tratase de mera erudición, sino más bien plasma una sistematización de los mismos; es decir, se muestra una filosofía de la historia de la Unión Soviética desde la artillería crítico-sistemática del materialismo filosófico. El tiempo histórico que estudiaremos irá desde la Primera Guerra Mundial hasta el principio de la Segunda Guerra Mundial, es decir, no desarrollaremos los 74 años de existencia del régimen soviético (en todo caso eso quedaría para futuras publicaciones).